• Ahorrar agua.
• Gestionar de manera eficiente el agua de riego.
• Controlar visualmente la efectividad del riego subterráneo.
• Optimizar los recursos naturales.
• Reducir el uso de productos contaminantes.
• Facilitar el acceso de las raíces al agua y abono que se deposita en sus cercanías, en el subsuelo.
• Evitar la evaporación parcial del agua propia del riego en superficie.
• Economizar costes.
• Prevenir posibles envenenamientos en la fauna, especialmente en las aves.